Sergio Gómez – nutricionista ortomolecular






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Cuando hice la ponencia para @SESAP en marzo de 2022, de nutrición de precisión en la salud neuronal justamente hablaba de todo esto pero aludiendo y apuntando a nuestro estilo de vida actual y sobre todo, a nuestra forma de alimentarnos, concretamente a la dieta occidental.
La dieta occidental, que no es más, que de lo que se ha encargado años la industria alimentaria de vendernos (tanto para ganar dinero como para enfermarnos), ha conseguido que seamos consumidores natos de alimentos hiperpalatalables llenos de azúcar, grasas de mala calidad y llena de aditivos alimentarios que “juegan” con nuestro cerebro para crearnos una adicción bestial.
Toda esta cantidad de kilocalorías en tan pequeñas porciones, y tantos picos de insulina al cabo del día, provoca además de un impacto negativo en nuestro metabolismo pudiendo derivar en:
1. Síndrome metabólico: hipertensión arterial, obesidad, hipercolesterolemias e hipertrigliceridemias, insulino resistencia.
2. Inflamación de bajo grado: en acumulación de grasa tanto subcutánea como visceral, lo cual provoca la emanación de sustancias inflamatorias desde nuestro “ÓRGANO TEJIDO ADIPOSO” hacia la barrera hematoencefálica.
3. Hígado graso: nuestro HÍGADO GRASO del cual, aparte de sustancias inflamatorias que viajen al mismo destino que del tejido adiposo por la circulación sistémica, se forman unas proteínas “caramelizadas” por la gran cantidad de glucosa en sangre e hígado denominadas “proteínas beta amiloide” que junto a las sustancias que provienen de ambos órganos mencionados, comienzan a provocar de manera silenciosa, una degradación de la BHE (barrera hematoencefálica) que es la barrera mega selectiva que separa la sangre de nuestro cuerpo del líquido cefalorraquídeo que tenemos en nuestro cerebro (lo que alimenta nuestro cerebro graso).
4. Disbiosis intestinal y enfermedades inflamatorias intestinales: este tipo de alimentos puede comprometer también tanto la integridad de nuestro intestino cómo la de sus huéspedes (bacterias) que también son mediadores directos en la posible degradación de esa BHE, secretando sustancias tóxicas hacia nuestro cerebro.